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La República Checa, enclavada en el corazón de Europa, es conocida por su historia milenaria y su extraordinaria capacidad para combinar belleza paisajística, gastronomía y actividades de ocio.
Un viaje aquí está al alcance de todos, incluso desde el punto de vista económico, ya que el coste de la vida es más bajo que aquí.
Esculpidas en la historia, las tres regiones de Bohemia, Moravia y Silesia que componen el Estado checo cuentan con una gran concentración de castillos, ciudades medievales, balnearios y parques naturales. Por eso, a pesar del pequeño tamaño del estado -sólo 300 km para cruzarlo de norte a sur-, hay que organizarse bien y tener una idea clara de dónde ir y qué ver.
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La República Checa guarda muchas sorpresas en cuanto a vida cultural, vida nocturna, patrimonio artístico y naturaleza exuberante. No sólo las ciudades encantadoras con su encanto romántico, sino también la belleza natural casi intacta hacen de la República Checa un destino de viaje imperdible. La República Checa alberga 12 lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, que atestiguan la rica y dinámica historia cultural del país.
Praga, una de las ciudades más visitadas de Europa, es la joya absoluta de la República Checa, con su centro histórico declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, las agujas góticas de la iglesia de Tyn y el castillo más grande del mundo. Las ciudades jóvenes y estudiantiles de Brno y Olomouc también merecen una visita por su dinamismo y sus numerosos festivales. Perderse en las calles empedradas del centro medieval de Ceský Krumlov, con su ambiente de cuento de hadas, es igualmente agradable.
Además de numerosos centros históricos con su encanto intemporal, la República Checa ofrece también una belleza natural que no debe perderse. Entre ellas se encuentra la mayor zona boscosa de Europa Central, Šumava en checo. Conocido como el "bosque susurrante", ofrece tanto deportes de invierno como actividades acuáticas. También es interesante la reserva natural de Soos, con su paisaje lunar, manantiales de gas y pequeños géiseres.
La mejor época para pasar las vacaciones en la República Checa es entre mayo y septiembre, debido a las temperaturas más suaves.
En cuanto al transporte, varias compañías aéreas ofrecen conexiones con los aeropuertos italianos, pero también hay conexiones en autobús. Sin embargo, si decide viajar en coche, tendrá la oportunidad de elegir rutas únicas en términos de paisaje..
Te encantará la cocina checa, basada sobre todo en la carne, pero sobre todo no puedes prescindir de la famosa cerveza, que lleva el nombre de la ciudad de Pilseň. ¡Salud!